“
LA BUENA
POLÍTICA ESTÁ AL
SERVICIO DE LA PAZ
”
Mensaje del
Papa Francisco para la Jornada Mundial de Oración por la Paz
1 de enero
de 2019
“ LA POLÍTICA ES UNA FORMA EMINENTE DE LA CARIDAD ”
CONTENIDO
Portada
1.
El sentido de
la política. Vicios y virtudes
2.
Iluminación
bíblica sobre la política
3.
Actuar
individual y políticamente
Conclusión: Política al servicio de un gran proyecto de paz.
Resumen:
PR. Guayaquil. Dic. de 2018.
1ª parte : EL SENTIDO DE LA POLÍTICA
La buena política respeta y promueve los
derechos humanos fundamentales.
1.
Sentido
de la política
a) La política
es un servicio a la comunidad humana:
-
para edificar la ciudadanía y la actividad del
hombre.
-
para realizar colectivamente el bien de la
ciudad, de la nación, de la humanidad.
b) La política…
se funda en el derecho y el diálogo
2.
Vicios
de la política
a) También
están las piedras de la violencia… porque la política se
puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de
destrucción.
b) Principales
vicios:
-
Ineptitud personal
-
Distorsiones en el ambiente y en las
instituciones
-
Corrupción
-
Negación del derecho
-
Incumplimiento de las normas comunitarias
-
Perpetuarse en el poder
-
Xenofobia y racismo
-
Rechazo al cuidado de la tierra
-
Explotación ilimitada de los recursos naturales
-
Desprecio a los exiliados
-
Proteger intereses personales
-
Los nacionalismos
3.
Virtudes
de la política
a) La
buena política se funda en:
-
El derecho y el diálogo,
-
La participación de los jóvenes,
-
La confianza en el otro,
-
El empeño colectivo por el bien común.
b) Principales
virtudes: la justicia, la equidad, el respeto mutuo, la sinceridad, la
honestidad, la fidelidad.
2ª parte : ILUMINACIÓN SOBRE LA POLÍTICA
Volvamos a la fuente y a los puntos de
referencia que inspiran la justicia y el derecho.
1.
Las
‘bienaventuranzas del político’:
-
Bienaventurado el político que tiene una alta
consideración y una profunda conciencia de su papel.
-
Bienaventurado el político cuya persona refleja
credibilidad.
-
Bienaventurado el político que trabaja por el
bien común y no por su propio interés.
-
Bienaventurado el político que permanece
fielmente coherente.
-
Bienaventurado el político que realiza la
unidad.
-
Bienaventurado el político que está comprometido
en llevar a cabo un cambio radical.
-
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
-
Bienaventurado el político que no tiene miedo.
2.
Marcos 9,35:
“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de
todos”.
3.
Lucas
1,50-55: Recurrir al ‘espíritu’ del Magníficat que María canta en nombre de
todos los hombres:
-
“Su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación…
-
Él dispersa a los soberbios de corazón,
-
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a
los humildes…” (ver Salmo 72).
4.
Lucas
10,5-6: “¡Paz a esta casa!”
-
“… a esta casa!”: Las ‘casas’
beneficiadas por el don de la paz son: la familia, la comunidad, el país, el
continente, la ‘casa común’.
-
“¡Paz…”: “Dar la paz está en el centro de la misión de
los discípulos de Cristo.
3ª parte : ACTUAR INDIVIDUAL Y COLECTIVAMENTE
No es el pan que hace falta, sino la voluntad de
compartirlo juntos.
Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción
de la casa común.
1.
Todo cristiano está llamado a trabajar juntos por el bien de la familia humana
-
Al servicio de los Derechos Humanos y de la paz,
-
Para la edificación de la ciudad de Dios
universal,
-
Con incidencia en la organización socio-política,
-
En el compromiso por el bien común.
2.
Es deber
de cada persona:
-
tomando en serio la política,
-
conociendo el contenido y el valor de la opción
que se le presenta.
3.
Las autoridades
elegidas reciben el mandato de:
-
Servir a su país,
-
Proteger a cuantos viven en él,
-
Trabajar para un futuro digno y justo.
Jornada por la paz :
1 de enero
POLÍTICA AL SERVICIO DE UN GRAN PROYECTO DE PAZ
Nuestras sociedades necesitan artesanos de paz
1.
La
paz jamás puede reducirse la paz al simple equilibrio de la fuerza y el
miedo.
Mantener al otro bajo amenaza
significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad.
2.
La
paz es fruto de un gran proyecto político que se funda en:
-
La responsabilidad recíproca y
-
La interdependencia de los seres humanos.
3.
La
paz se basa en el respeto
-
de cada persona,
-
del derecho,
-
del bien común,
-
de la creación.
4.
La
paz interior y comunitaria tiene 3 dimensiones inseparables:
-
La paz con nosotros mismos,
-
La paz con el otro,
-
La paz con la creación…
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Mensaje del papa
Francisco para el 1 de enero de 2019
Contenido
1.
‘Paz a esta casa”
2.
El desafío de la buena política
3.
Caridad y virtudes humanas de la política
4.
Vicios de la política
5.
La buena política
6.
No a la guerra y a la estrategia del miedo
7.
Un gran proyecto de paz
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“ LA BUENA POLÍTICA AL SERVICIO
DE LA PAZ ”
Mensaje del Papa Francisco
para la Jornada Mundial de oración por la paz
1 de enero de 2019
El Vaticano ha difundido este
martes 18 de diciembre el mensaje del Papa Francisco con motivo de la Jornada
Mundial de la Paz que se celebrará el próximo 1 de enero de 2019 con el tema
“La buena política al servicio de la paz”.
En el mensaje, el Santo Padre
afirmó que “la política es un vehículo
fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero
cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la
comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación
e incluso de destrucción”.
A continuación, el texto completo del mensaje
del Papa Francisco.
1. “PAZ A ESTA CASA”
Jesús, al enviar a sus
discípulos en misión, les dijo: «Cuando entréis en una casa, decid primero:
“Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra
paz; si no, volverá a vosotros» (Lc 10,5-6). Dar la paz está en el centro de la misión de los discípulos de Cristo.
Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres que esperan la
paz en medio de las tragedias y la violencia de la historia humana.
La “casa” mencionada por Jesús es cada familia, cada comunidad, cada
país, cada continente, con sus características propias y con su historia; es
sobre todo cada persona, sin distinción ni discriminación. También es nuestra “casa común”: el planeta en el
que Dios nos ha colocado para vivir y al que estamos llamados a cuidar con
interés.
Por tanto, este es también mi
deseo al comienzo del nuevo año: “Paz a esta casa”.
2. EL DESAFÍO DE UNA BUENA POLÍTICA
La paz es como la esperanza de
la que habla el poeta Charles Péguy; es como una flor frágil que trata de florecer entre las piedras de la violencia.
Sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la
injusticia. La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía
y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la
viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un
instrumento de opresión, marginación e
incluso de destrucción.
Dice Jesús: «Quien quiera ser
el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). Como
subrayaba el Papa san Pablo VI: «Tomar
en serio la política en sus diversos niveles -local, regional, nacional y
mundial- es afirmar el deber de cada
persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la
opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la
humanidad».
En efecto, la función y la
responsabilidad política constituyen un desafío permanente para todos los que
reciben el mandato de servir a su país, de proteger a cuantos viven en él y de
trabajar a fin de crear las condiciones para un futuro digno y justo. La
política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad
y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma
eminente de la caridad.
3. CARIDAD Y VIRTUDES HUMANAS para una política al
servicio de los derechos humanos y de la paz
El Papa Benedicto XVI recordaba
que «todo cristiano está llamado a esta
caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la pólis. […]
El compromiso por el bien común, cuando está inspirado por la caridad, tiene
una valencia superior al compromiso meramente secular y político. […] La acción
del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada y sustentada por la caridad,
contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual
avanza la historia de la familia humana».
Es un programa con el que
pueden estar de acuerdo todos los políticos, de cualquier procedencia cultural
o religiosa que deseen trabajar juntos
por el bien de la familia humana, practicando aquellas virtudes humanas que
son la base de una buena acción política: la justicia, la equidad, el respeto
mutuo, la sinceridad, la honestidad, la fidelidad.
A este respecto, merece la
pena recordar las “bienaventuranzas del político”, propuestas por el cardenal
vietnamita François-Xavier Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, y que
fue un fiel testigo del Evangelio:
-
“Bienaventurado
el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de
su papel.
-
Bienaventurado el político cuya persona refleja
credibilidad.
-
Bienaventurado el político que trabaja por el
bien común y no por su propio interés.
-
Bienaventurado el político que permanece
fielmente coherente.
-
Bienaventurado el político que realiza la
unidad.
-
Bienaventurado el político que está comprometido
en llevar a cabo un cambio radical.
-
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
-
Bienaventurado el político que no tiene miedo.”
Cada renovación de las
funciones electivas, cada cita electoral, cada etapa de la vida pública es una
oportunidad para volver a la fuente y a los puntos de referencia que inspiran
la justicia y el derecho. Estamos convencidos de que la buena política está al
servicio de la paz; respeta y promueve
los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos,
de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de
confianza y gratitud.
4. LOS VICIOS DE LA POLÍTICA
En la política,
desgraciadamente, junto a las virtudes no faltan los vicios, debidos tanto a la
ineptitud personal como a distorsiones en el ambiente y en las
instituciones. Es evidente para todos que los vicios de la vida política
restan credibilidad a los sistemas en los que ella se ejercita, así como a la
autoridad, a las decisiones y a las acciones de las personas que se dedican a
ella.
Estos vicios, que socavan el
ideal de una democracia auténtica, son la vergüenza de la vida pública y ponen
en peligro la paz social: la corrupción
-en sus múltiples formas de apropiación indebida de bienes públicos o de aprovechamiento
de las personas-, la negación del
derecho, el incumplimiento de las
normas comunitarias, el enriquecimiento
ilegal, la justificación del poder
mediante la fuerza o con el pretexto arbitrario de la “razón de Estado”, la
tendencia a perpetuarse en el poder,
la xenofobia y el racismo, el rechazo al cuidado de la Tierra, la explotación ilimitada de los recursos naturales por un beneficio
inmediato, el desprecio de los que
se han visto obligados a ir al exilio.
5. LA BUENA POLÍTICA promueve la participación de los
jóvenes y la confianza en el otro
Cuando el ejercicio del poder
político apunta únicamente a proteger los intereses de ciertos individuos
privilegiados, el futuro está en peligro
y los jóvenes pueden sentirse tentados por la desconfianza, porque se ven
condenados a quedar al margen de la sociedad, sin la posibilidad de participar
en un proyecto para el futuro.
En cambio, cuando la política
se traduce, concretamente, en un estímulo de los jóvenes talentos y de las
vocaciones que quieren realizarse, la paz se propaga en las conciencias y sobre
los rostros. Se llega a una confianza dinámica, que significa “yo confío en ti
y creo contigo” en la posibilidad de trabajar
juntos por el bien común.
La política favorece la paz si
se realiza, por lo tanto, reconociendo los carismas y las capacidades de cada
persona. «¿Hay acaso algo más bello que una mano tendida? Esta ha sido querida
por Dios para dar y recibir. Dios no la ha querido para que mate (cf. Gn 4,1ss)
o haga sufrir, sino para que cuide y ayude a vivir. Junto con el corazón y la
mente, también la mano puede hacerse un instrumento de diálogo».
Cada uno puede aportar su propia piedra para la construcción de la casa
común. La auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo
leal entre los protagonistas, se renueva con la convicción de que cada mujer,
cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede
liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales.
Una confianza de ese tipo
nunca es fácil de realizar porque las relaciones humanas son complejas. En
particular, vivimos en estos tiempos en un clima de desconfianza que echa sus
raíces en el miedo al otro o al extraño, en la ansiedad de perder beneficios
personales y, lamentablemente, se manifiesta también a nivel político, a través
de actitudes de clausura o nacionalismos que ponen en cuestión la fraternidad
que tanto necesita nuestro mundo globalizado.
Hoy más que nunca, nuestras
sociedades necesitan “artesanos de la
paz” que puedan ser auténticos mensajeros y testigos de Dios Padre que
quiere el bien y la felicidad de la familia humana.
6. NO A LA GUERRA NI A LA ESTRATEGIA DEL MIEDO
Cien años después del fin de
la Primera Guerra Mundial, y con el recuerdo de los jóvenes caídos durante
aquellos combates y las poblaciones civiles devastadas, conocemos mejor que
nunca la terrible enseñanza de las guerras fratricidas, es decir que la paz
jamás puede reducirse al simple equilibrio de la fuerza y el miedo.
Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de
objeto y negarle la dignidad. Es la razón por la que reafirmamos que el
incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las
armas son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia. El
terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de
poblaciones enteras en busca de una tierra de paz.
No son aceptables los
discursos políticos que tienden a culpabilizar
a los migrantes de todos los males y a privar a los pobres de la esperanza.
En cambio, cabe subrayar que la paz se
basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en
el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido
confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas.
Asimismo, nuestro pensamiento
se dirige de modo particular a los niños que viven en las zonas de conflicto, y
a todos los que se esfuerzan para que sus vidas y sus derechos sean protegidos.
En el mundo, uno de cada seis niños sufre a causa de la violencia de la guerra
y de sus consecuencias, e incluso es reclutado para convertirse en soldado o
rehén de grupos armados. El testimonio de cuantos se comprometen en la defensa
de la dignidad y el respeto de los niños es sumamente precioso para el futuro
de la humanidad.
7. UN GRAN PROYECTO DE PAZ
Celebramos en estos días los
setenta años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que fue
adoptada después del segundo conflicto mundial. Recordamos a este respecto la
observación del Papa san Juan XXIII: «Cuando en un hombre surge la conciencia de los propios derechos, es
necesario que aflore también la de las propias obligaciones; de forma que aquel
que posee determinados derechos tiene, asimismo, como expresión de su dignidad,
la obligación de exigirlos, mientras los demás tienen el deber de reconocerlos
y respetarlos».
La paz, en efecto, es fruto de un gran proyecto político que se
funda en la responsabilidad recíproca y la interdependencia de los seres
humanos, pero es también un desafío que exige ser acogido día tras día. La paz
es una conversión del corazón y del alma, y es fácil reconocer tres dimensiones
inseparables de esta paz interior y comunitaria:
-
la paz
con nosotros mismos, rechazando la intransigencia, la ira, la impaciencia y
-como aconsejaba san Francisco de Sales- teniendo “un poco de dulzura consigo
mismo”, para ofrecer “un poco de dulzura a los demás”;
-
la paz
con el otro: el familiar, el amigo, el extranjero, el pobre, el que
sufre...; atreviéndose al encuentro y escuchando el mensaje que lleva consigo;
-
la paz
con la creación, redescubriendo la grandeza del don de Dios y la parte de
responsabilidad que corresponde a cada uno de nosotros, como habitantes del
mundo, ciudadanos y artífices del
futuro.
La política de la paz -que
conoce bien y se hace cargo de las fragilidades humanas- puede recurrir siempre
al espíritu del Magníficat que
María, Madre de Cristo salvador y Reina de la paz, canta en nombre de todos los
hombres: «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él
hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del
trono a los poderosos y enaltece a los humildes; […] acordándose de la
misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su
descendencia por siempre» (Lc 1,50-55).